a V.H.
Como silencio que atándome llega,
así la conversación diaria
perdiéndome en suspiro que ruega
que la aniquile mi nostalgia mercenaria.
Te pedía que leas despacio, que sientas,
así como sentías mi piel desnuda y tibia,
con ese deseo pueril y desquiciado,
deseo que me hizo hervir en lascivia.
Llevé mis dedos a nadar en humedades
y dejé mi boca ahogándose en lujuria
me acompañaba tu voz que de lejos
por ese instante se hace mía sin dejar de ser tuya.
