Me odias en las mañanas,
porque aún no abro los ojos,
porque mi boca aún no te besa,
por creer que mi sueño está con otro.
Me quieres un poco en las tardes,
almorzando cada quien en sus vidas,
recordando las viejas huidas,
cuando solíamos ser amantes.
Pero en las noches, ahí sí;
me amas con locura,
como dulce tortura,
como herida abierta en ti.
porque aún no abro los ojos,
porque mi boca aún no te besa,
por creer que mi sueño está con otro.
Me quieres un poco en las tardes,
almorzando cada quien en sus vidas,
recordando las viejas huidas,
cuando solíamos ser amantes.
Pero en las noches, ahí sí;
me amas con locura,
como dulce tortura,
como herida abierta en ti.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarHermosa descripción entre la rutina cotidiana y la esperanza de la noche.
ResponderBorrarSaludos
Gracias por tal interpretación, efectivamente traté de describir esa rutina que aquel amante creó para su amada.
Borrar