Soledad y compañía
Fuimos, sencillito dar sin
recibir,
serenidad en toda su impaciencia
cómplices vestidos de temores
y con una que otra pasión.
Si tan siquiera nos hubiéramos
quedado
en el instante mismo
de la crepuscular aurora.
Cuándo fue que se
confundieron
los articulados ecos de
nuestros latidos.
Recordándonos así y
entonces
entre la soberbia humilde de estas
lenguas
lamiéndose en un dialecto
sin cuna,
ton ni son sin direcciones,
rieles de culpa inocente,
guía de pieles sin tacto,
contenta viuda,
lágrimas sin muertos,
los dos.
Me encantooooooó!!! Gracias!
ResponderBorrarBibi hermosa! Gracias siempre, me alegra que te haya gustado.
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