Puede entonces una voz
recién llegada
desatar alegría y anudar -por
ende-
otrora desidia al cariño.
Me mira, me estira
me lleva de la ilusión al
canto.
Ronroneo feliz, visita
sanadora
luz sin apego a la llama
invitación al futuro
destello entre el fulgor.
Me quiero ahora ahí
contigo.
Uniendo soledades
de esas tan deseadas,
aceptadas,
dadas al dolor.
Le daré celos a la
guitarra
iré a darle envidia a esa
canción
voy a hacerle competencia tibia a tus sábanas
voy a darte amor, Amor.
Corre, corre que el amorte espera en el camino.
ResponderBorrarSiempre muy acertado en tus comentarios, gracias amigo mío.
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